Se cuenta de un hombre que durante 2 años pasaba frente al escaparate de una relojería a la misma hora cada día, se detenía unos momentos mirando los relojes y luego se iba, nunca entraba a comprar nada.
El relojero después de observarlo tanto tiempo un día se dirigió al hombre y le preguntó por su comportamiento.
El hombre le contó que él era el encargado de tocar la sirena de la fábrica del pueblo y que se fijaba en los relojes de esa tienda para ajustar la hora de su reloj y así dar la hora correcta.
El relojero se quedó de piedra y le dijo que él ajustaba sus relojes con la sirena de la fábrica.
¿Te das cuenta? Cada uno dependía del otro, pero ninguno sabía si estaba en lo cierto.
Con Dios nunca puede pasar eso. La persona que pone en Él su confianza, es decir, que le entrega su voluntad, dice el texto bíblico que tendrá la felicidad perfecta.
Pero no la felicidad como la entiende la sociedad, una vida libre de sufrimiento, nadando en dinero, etc, etc,....no, esa no es la felicidad completa, Dios va mucho más allá que las meras cosas físicas, terrenales.
Dios habla de nuestra liberación espiritual, de nuestra liberación de las ataduras que nos imponen los demás y de la liberación de nosotros mismos.
¿No te consideras esclavo? Dime entonces, si no tienes miedo o vergüenza delante de ciertas personas, dime si no consideras que muchas veces no eres libre para ser quien eres delante de los demás, por el miedo al ¿qué pensarán de mi si hago esto o aquello? ¿Acaso te consideras bueno, que haces siempre todo bien? ¿Que nunca has hecho daño a nadie en toda tu vida?
Si eres honesto/a contigo mismo/a reconocerás que hay mucha verdad en estas preguntas.
Dios es el único en quien podemos confiar total y absolutamente y quien puede darnos la libertad que tu y yo anhelamos.
Entrégale tu voluntad y experimentarás una libertad como no habías imaginado.
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