domingo, 20 de febrero de 2022


 ¿De quién te hubiera gustado ser hijo/a?  ¿Quizás de algún famoso? ¿O algún magnate multimillonario? ¿Quizás pertenecer a alguna familia real?

Déjame que te cuente una historia verídica. Hace mucho tiempo una adolescente huérfana fue llevada cautiva por un pueblo altivo que dominaba casi todo el mundo conocido por aquella época.

Después de un tiempo, la reina de aquel país fue derrocada por su propio esposo y buscaron por todo el territorio una joven que pudiera sustituir a la reina caida en desgracia. Muchas fueron las jóvenes que escogieron para el rey, pero de todas ellas, solo una podía ser la reina y debería ser elegida por el mismo rey. Después de un año de preparación nuestra joven huérfana fue llamada por el rey y tanto le agradó, que fue ella la elegida para ser la consorte.  Más tarde, ya reina,  desbarató un plan urdido politicamente, para exterminar a su propio pueblo, arriesgando su vida.

¿Qué relación tiene esta historia con ser hijo/a de Dios, te preguntarás? Pues, no todos los seres humanos son hijos de Dios, todos somos criaturas de Dios, pero solo algunos somos hijos. La Biblia dice que solo los que creen en Dios y lo reciben en su corazón, esos son llamados hijos de Dios y los hijos de Dios tenemos un propósito en nuestra vida. Esta joven huérfana, Dios la usó para preservar la vida de miles de personas en su tiempo, otros tenemos propósitos más humildes, pero lo que tenemos en común es, que hemos tomado la decisión de entregar nuestro corazón a Jesús y Él nos ha dado un propósito para vivir. 

¿Qué elección tomarás tú?


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