Quizás te estas preguntando, pero ¿qué tontería es ésta? ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra?
Pues es muy cierto lo que nos dice esta imagen, cuando no tenemos nuestra alma en condiciones buenas, nos pasa factura, y el cuerpo se debilita o caemos enfermos.
Y es que somos un todo, no estamos troceados, lo que el alma calla, el cuerpo lo grita, si nuestro espíritu está enfermo y no lo sanamos, estemos seguros que por algún lado saldrá.
Me acuerdo que hubo una época en mi vida en la que estaba muy saturada, yo no me daba cuenta, pero comenzó a salirme un sarpullido por todo el cuerpo, de un día para otro. Mi doctora no sabía el origen de ese sarpullido y me recetó varias cosas, todas inútiles.Y me recomendó que bajo ninguna circunstancia me diera el sol.
Bastante difícil de cumplir, puesto que era verano, trabajaba en Andalucía y además en la calle con programas de verano para niños. El caso es que empeoré hasta el grado que toda la piel se me infectó.
No podía con el picor y encima la infección. Cuando se terminó el trabajo, unos amigos me invitaron a su casa que estaba muy cerca de la playa. No haciendo caso de las indicaciones de la doctora de que no me diese el sol, (con cargo de conciencia, he de decir) me bañaba todos los días en el mar.
Os puedo decir que al final de las vacaciones no quedaba ni rastro de infección, ni picor, ni sarpullido, ni la más leve sombra de que hubiera tenido algo en la piel, había sanado totalmente sin ponerme ningún tratamiento médico.
¿Cómo? Te preguntarás, pues muy sencillo, descanso y diversión, era todo lo que me hacía falta. Mi alma estaba tan saturada de cosas, que no tuvo otra opción que expresarlo a través de una enfermedad en el cuerpo y cuando obtuvo descanso, simplemente desaparecieron los síntomas, porque ya no había causa. Y no es la única vez que me ha pasado.
Por tanto, es muy cierto que un alma o espíritu enfermos se demostrará en un cuerpo enfermo, aunque no siempre se cumple en todas las personas, no es una regla matemática, pero sí es algo para reflexionar y tener en cuenta.
¿Cómo está tu alma? ¿Te encuentras angustiado/a por algo? ¿Sufres por alguna herida en tu corazón?
Pues ve al Sanador por excelencia, el Señor Jesús, Él puede darte la sanidad que tu alma necesita.
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