Otra vez les tocaba hacer el turno de la noche, no había derecho, solo porque eran los más pobres de entre los pobres, la marginación de los compañeros no era justa, los peores días siempre eran para ellos. Así que, allí estaban otra noche más cuidando de los rebaños de ovejas, mientras que sus compañeros estarían con sus familias y descansando en sus camas.
Parecía que sería otra noche aburrida cuidando de que ningún animal hiciera daño a las ovejas, tendrían que mantenerse despiertos porque últimamente habían tenido algunos percances con animales salvajes, más aún, esa noche que era especialmente oscura.
Era cerca de la medianoche cuando una luz sobrenatural ¡iluminó todo el campo!. Los pastores se miraron unos a otros sin saber qué estaba ocurriendo, incluso tuvieron que taparse durante algunos segundos los ojos porque la luz era cegadora.
Pero aún no salían de su perplejidad cuando a la luz se sumó una figura enorme y una voz potente ¡que les hablaba a ellos!. Los pastores no sabían dónde esconderse, estaban temblando de miedo, una cosa era enfrentarse a unos animales salvajes con sus varas y cayados y otra cosa era ¡esta visión nocturna para la cual no había explicación posible!
El ángel (puesto que era un ángel quién les hablaba) les informó que en el pueblo de Belén había nacido esa misma noche, el Mesías, el Salvador del mundo.
Los pastores tenían una maraña de pensamientos en sus cabezas, ¿cómo era posible que el Rey esperado naciera en un pueblo tan chico como Belén? ¿No se suponía que un rey nacería en palacio?
¿A ver si el ángel estaba equivocado? Miles de pensamientos cruzarían por las mentes de los pastores porque el ángel les dio una señal para verificar la certeza de su anuncio, encontrarían al bebé, envuelto en pañales y acostado en un pesebre. ¡Un pesebre! ¿Qué madre daría a luz en una cuadra para animales y acostaría a su bebé en un pesebre donde comen los animales?
Pero aún no habían acabado los sucesos extraordinarios esa noche, después del anuncio, una multitud de ángeles aparecieron en el cielo cantando: "Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres que gozan de su favor!"
¡Cómo me hubiera gustado estar allí!. Contemplar ese cuadro tan maravilloso de los ángeles anunciando el nacimiento de Jesús.
Debió ser una experiencia más que increíble, una experiencia de esas que marcan un antes y un después en tu vida, una experiencia que cuanto más la recuerdas, más inexplicable te parece y más sublime.
El Hijo de Dios, el ser más Supremo del universo quiso nacer de una manera tan humilde que ninguno de nosotros querríamos para nuestros hijos, el anuncio de la noticia más maravillosa que un ser humano puede oír, no fue expuesta a grandes titulares en los noticieros de primera página, sino que Dios escogió a los más humildes, a unos pastores marginados, incluso por sus compañeros, para que oyeran de primera mano y divulgaran después, la más increíble noticia que ha tenido la humanidad, el Hijo de Dios, el creador del mundo, nació como un hombre para redimir al ser humano de lo que él no puede liberarse a sí mismo, la maldad del corazón con la que nace.
Dios hecho hombre, Emanuel Dios con nosotros, nos ha tendido su mano de salvación para que podamos disfrutar de una vida, aquí y ahora, y después en la eternidad, junto a Él, quién es el Ser Supremo del universo, pero al mismo tiempo un ejemplo de humildad en este mundo de competencias para ver quién es el más importante.
¿Quieres tener la paz que solo puede dar Jesús? Pues esta Navidad Él te está tendiendo Su mano para que le sigas.
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