¿Cuántas veces hemos escuchado desde el gobierno, desde las instituciones, desde la publicidad, desde las marcas...este lema, Tú puedes?
Es más, el lema ¡¡Nosotros podemos!! también es muy popular.
Claro, el lema debe tener un contexto, ser dicho dentro de un contexto, ya que de otra manera, resultaría ambiguo. Tú puedes ¿qué?, nosotros podemos ¿qué?
Depende del contexto donde sea expresado este lema puede ser cierto o no. Si nuestro niño/a tiene que hacer un examen que le está costando estudiar, pues muy bienvenido el lema: Tú puedes, para animarlo en su esfuerzo de sacar adelante el examen.
Estos lemas deben estar dentro de la realidad, si nunca has corrido una carrera y te apuntas de repente a una media maratón, pues el lema no tiene sentido, porque no vas a poder acabarla, ¡a menos que lleves una mochila a la espalda con oxígeno!
Este lema que se ha extendido mucho, y especialmente, desde la pandemia es muy antiguo, tan antiguo como que viene desde el principio de los tiempos.
Me explico, el ser humano cuando tenemos cualquier contratiempo, problema, dificultad, enfermedad,... creemos que es un mal exterior que debemos solucionar desde el interior, es decir, nosotros mismos creemos estar capacitados para solucionar el problema.... Esto es verdad, hasta cierto punto, pero, ¿podemos solucionar todos los problemas, todas las enfermedades, todas las dificultades que llegan a nuestra vida? Pues es obvio que no. Es más, somos nosotros mismos los que generamos el mal en el mundo mundial.
El ser humano se cree tan fuerte, tan sabio, tan grande que cree que puede solucionar los males exteriores desde su interior, por sí mismo.
Pero hay un mal en nuestro interior, muy arraigado en nosotros y que solo puede solucionarse desde el exterior. El mal se llama pecado y sólo JESÚS cuando murió en la cruz por nosotros puede darnos la solución a este problema.
Nosotros mismos no podemos quitar, arrojar el mal de nuestro interior, solo JESÚS puede hacerlo al arrepentirnos de nuestra maldad y pedirle una relación personal con Él.
¿Quieres erradicar este mal en tu vida? Pues acércate a JESÚS, Él es la solución a nuestro problema.
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